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'Marcello Mio': un Honoré en clave de comedia donde triunfa el reparto


Si con 'The Substance' hablábamos de la presión social sobre las actrices maduras y de las dificultades para encontrar proyectos de las que están en la cincuentena, imaginémonos ser Chiara Mastroianni y tener la presión añadida de ser hija de Marcello Mastroianni Catherine Deneuve. En esta 'Marcello Mio', Christophe Honoré imagina precisamente esto. En una película en la que no parece haber fronteras entre lo real y la ficción, nos relata como la actriz, presionada por el recuerdo de su padre, decide devolverle a la vida a través de sí misma. Se viste como él, se pone peluca para acentuar el parecido… La genética de Chiara Mastroianni ayuda mucho al entuerto que plantea Honoré, está claro. Pero que Deneuve sea la Deneuve que todos imaginamos, que Melvil Poupaud y Benjamin Biolay, ex-parejas de la actriz, aparezcan con personajes que son ex-pareja de la protagonista, etc. crea esa metaficción sobre la que desarrollar la crisis de identidad de la actriz. 


Y durante la primera parte, funciona. Ligera, sin tomarse demasiado en serio a sí misma, en lo que a escritura se refiere, aunque el subtexto es claramente dramático: Chiara no imita a su padre, se diluye para tratar de ser él. Sin embargo, la broma da para lo que da y, al agotarse el efecto sorpresa y no avanzar en la sorpresa, la película acaba siendo una reunión de gente que se conoce y, sobre todo, que conoció a Marcello Mastroianni. Las escenas rodadas en Roma rompen totalmente el ritmo de la cinta, abocada a ser un constructo simpático y poco más.



'The Shrouds': Cronenberg conquista el descanso eterno


Con 'The Shrouds' no hablamos de metacine ni tampoco de una autobiografía. Pero saber que hace cinco años que Cronenberg enviudó ayuda a poner en cierto contexto a la película, que explora la obsesión de un emprendedor por su fallecida esposa. Responsable de lo que podríamos denominar "tumbas inteligentes", que permiten la observación de los cadáveres. Todo muy moderno. Todo muy morboso. 


Vincent Cassel da vida al inventor obsesionado. Un personaje que durante la primera parte de la película tiende a una incontinencia verbal que subraya y sobreexplica sus acciones. Cassel aborda bien su personaje, pero este resulta más complejo como idea que como ejecución de la misma. Lo mismo con Guy Pearce o Diane Kruger


A Cronenberg le falla en esta ocasión el tono: la película no lo encuentra nunca y todo resulta extrañamente ingenuo.

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