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San Sebastián 2012: críticas de Dans la Maison y Foxfire

Por Daniel Martínez Mantilla - 26/09/12 No hay comentarios

François Ozon es un viejo conocido de San Sebastián  (ya compitió en 2000 y 2009, cuando ganó el Gran Premio del Jurado con "Le Refuge"), pero su paso por el festival nunca ha sido tan celebrado y comentado como el de este año. La culpa la tiene "Dans la Maison", una sensacional comedia con estructura de thriller que adapta al cine la obra de teatro El chico de la última fila, obra del español Juan Mayorga. Fabrice Luccini (al que este año descubrimos con "Las chicas de la sexta planta"), el adolescente Ernst Umhauer y la felizmente recuperada Kristin Scott Thomas son sus protagonistas.

El protagonista de la historia es un profesor de francés que, aburrido de su gris vida, empieza a obsesionarse con un estudiante que demuestra tener una sentido de la observación muy agudo, incluso de un voyerismo sutil hacia la vida familiar de uno de sus compañeros de clase. Con la ayuda del pofesor, el estudiante narrará en forma de novela su introducción en el universo de esta familia... pero también en la del profesor y de su mujer. La realidad y la ficción se mezclan y se confunden en juego inteligente y manipulador orquestado por este particular joven. 


Una semana después de llevarse el premio FIPRESCI de la crítica en el último festival de Toronto, "Dans la Maison" ha enamorado a crítica y público con una fascinante historia de ficción dentro de la ficción que juega como pocas veces hemos visto con conceptamos tan poderosos y sugerentes como la manipulación y el voyeurismo. El sensacional guión de Ozon se beneficia de una estructura de hierro y de un brillante trío protagonistas (el matrimonio parece sacado de las mejores películas de Woody Allen) que sacan oro puro de esta propuesta que se queda a medio camino - en el buen sentido - de la comedia y el thriller.

Acostumbrado a ver una y otra vez la misma historia, el espectador es sorprendido inevitablemente al ver cómo Ozon y Mayorga son capaces de llevar una potentísima idea original hasta el fin de sus consecuencias. Cuando parece que la película está a punto de descarrilar y ser incapaz de llegar a una conclusión satisfactoria, ¡zas! El director nos la mete doblada y juega con el espectador como el estudiante lo hace con su profesor. Al igual que el personaje interpretado por un excelente Luccini, el espectador está condenado a caer rendido ante esta propuesta sin ni siquiera darse cuenta.

A falta de descubrir unas pocas películas en competición (a manos de destacados cineastas como Costa-Gavras o Lasse Hallstroem), Ozon se perfila como un firme y justo candidato a la Concha de Oro. Lamentablemente esto en San Sebastián, el festival donde los jurados tradicionalmente crean auténticas tragedias griegas en sus deliberaciones.


Si había una película esperada en la Sección Oficial a concurso del festival era "Foxfire", el primer trabajo de Laurent Cantet después de ganar la Palma de Oro de Cannes con la estupenda "La Clase" (una cinta que también le reportó la nominación al Oscar de habla no inglea). En la sexta película de su carrera, Cantet se atreve con el inglés con una ambiciosa adaptación de la novela original de Joyce Carol Oates.

La película nos traslada un barrio de clase trabajadora en una pequeña ciudad del estado de Nueva York. Son los años 50. En medio de la violenta cultura de posguerra, controlada por hombres, un pequeño grupo de chicas con carácter se unen en una hermandad de sangre y fundan la banda Foxfire, una sociedad secreta femenina. Las “Foxfire” ya no aguantan más humillaciones ni discriminaciones por ser pobres y por ser mujeres. Con Legs a la cabeza, el grupo se lanzará a un viaje de venganza hacia un sueño imposible: vivir según sus reglas y sus leyes, pase lo que pase. Pero el precio es muy alto…

Tras demostrar su conocimiento de la psique adolescente y, por decirlo de alguna forma, menos favorecida en su anterior trabajo, Cantet se embarra en "Foxfire" y es incapaz de llevar a buen puerto una premisa original. La culpa no es de la premisa (su punto de partida es interesante y hay buenas ideas sueltas), de su ritmo (es una cinta entretenida a pesar de sus innecesarios 140 minutos de metraje, la película más larga del Festival) o de sus más que correctas intérpretes. El problema de esta ambiciosa producción es mucho más simple y dolorosa: no está claro qué le quiere contar al espectador. No es que el cineasta tenga que detenerse en el origen de la furia de sus (anti)heroínas pero es que, al final del relato, la sensación que acaban desprendiendo sus personajes no es de rebeldía o deseo de independencia si no de estar a falta de dos tortas bien dadas. No hay que justificar a los personajes, pero sin cierta empatía hacia ellos es difícil invertir emocionalmente en su viajes.

Los defectos de "Foxfire" no terminan aquí y es que a su controvertido final en el que tampoco vamos a reventar (esa portada...) hay que añadirle la confusa y manipuladora narración en off de uno de los personajes protagonistas o la abultada y exagerad estructura de la película. Hay un momento de cambio en la película en el que la carismática Legs dice algo así como ahora empieza la vida de las Foxfire. No, Laurent. Eso había sucedido hace más de una hora, cuando empezó la proyección. Una oportunidad perdida.

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