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#NoOscarFest: 'Love & Mercy', de Bill Pohlad

Por Cinéfagos - 13/04/16 6 Comentarios

Este artículo está escrito por Eugenio Gallego y fue publicado originalmente en Cinéfagos.es

Hay nombres que no deben caer en el olvido. La historia no suele caracterizarse por su justicia, y el tiempo es un mal aliado que termina por hacer estragos en su propia herencia dinamitando sin compasión algunos legados que deberían resultar imperecederos para cualquier época y lugar. Es en la cultura donde se acumulan el mayor número de olvidos incomprendidos con talentos ignorados o no reconocidos en su justa medida mientras que otros nombres son elevados a unos altares de los que no fueron, ni son, merecedores, pero que en un alarde de ignorancia muy propio de nuestra sociedad nos sirve para calmar nuestras aspiraciones de trascendencia. Tras esta pequeña disertación con tintes de crítica, se esconde un velado homenaje a miles de nombres cuya posición en las páginas del recuerdo debería ser más relevante que aquella a la que se han visto relegados. Uno de esos nombres, grandioso y merecedor de no pocas loas y alabanzas, es el de Brian Wilson.

Brian Douglas Wilson, cantante, compositor, productor, y miembro fundador de los legendarios The Beach Boys, es uno de esos casos en los que la injusticia se ha cebado con la posición que su nombre ocupa en la cultura popular. No pretendo emplear estas líneas para desarrollar una biografía sobre uno de los músicos más influyentes de todos los tiempos, pero sí al menos permitidme que defienda la obra de un artista cuyo trabajo cimentó un sonido que ha permanecido vigente dentro de la cultura de la música pop hasta la actualidad. Su labor, impagable e inolvidable, se vio lastrada por sus problemas de salud mental, hecho que los mismos medios que le encumbraron aprovecharon para sepultarle y lapidar su legado, convirtiendo el nombre de Brian Wilson en un susurro escondido en las páginas de la música pop americana. Una posición injusta para un genio que supo desarrollar su particular talento a través de una serie de composiciones maravillosas que consiguieron evolucionar desde el primigenio rock ´n roll surfero de los primeros discos de la banda que fundó con sus hermanos, al carácter sinfónico y casi elegíaco de esa obra maestra que es Pet Sounds, sin duda uno de los mejores álbumes de todos los tiempos, de obligada escucha para todos aquellos que deseen comprobar hasta dónde pueden llegar los límites de la magia musical en un compendio de temas capaces de hacer de la sencillez la mayor complejidad. Wilson, respetado y amado por la comunidad más melómana, ocupa un lugar en la historia de la música que no le corresponde, alejado de la grandeza de la que su obra le hizo merecedor.

Dicho esto, queda demostrado que mi pasión por Brian Wilson me invitaba a gozar de una cita ineludible con el estreno en la gran pantalla de 'Love & Mercy', título que se centra en una de las épocas más oscuras y a la vez inspiradas del artista en cuestión. Y por mucho que pueda extrañar, os aseguro que pocas veces lo he tenido tan fácil para ser objetivo sin entrar en conflicto con mi mal escondida pasión por el personaje en cuestión. La segunda película del productor Bill Pohlad ('El árbol de la vida', '12 años de esclavitud') es un manual soberbio de cómo afrontar el complicado género del biopic sin caer en los tópicos y los clichés manidos de este tipo de producciones.

'Love & Mercy' es un ejemplo sólido y lleno de calidad que rehúye de lugares comunes como los orígenes del genio o su salto a la fama y la notoriedad. Pohlad respeta tanto la obra de Wilson que da por sentados sus primeros pasos como figura popular y comienza su narración en un punto en el que el innegable talento del autor ya ha quedado demostrado. Pero lo hace con una elegancia mágica que le lleva a entretejer un sólido retrato de la existencia del cantante en el que su vida como joven músico se entremezcla con esa etapa de madurez en la que la cabeza de Wilson ya había decidido el destino del artista y le había relegado a una posición alejada de los escenarios y los estudios de grabación. De este modo, se establece una interconexión entre futuro y pasado del artista que sirve para indagar en las raíces del problema en cuestión sin que en ningún momento la cámara masque la escena para hacerla más digerible y entendible de cara al espectador.

Pohlad consigue de manera asombrosa un relato de carácter hipnótico que, acompañado por la irrepetible música de Brian Wilson, camina con un pie en la fiel recreación de un Paul Dano desatado, y otro en la excavación psicológica de un John Cusack en la cima de su talento. Dos caras para un solo personaje que consiguen el difícil logro de humanizar una figura endiosada para muchos con un trabajo plagado de esos matices que consiguen transportarnos a los rincones más oscuros e interiores de la psique del personaje.

Ambos actores son las cabezas visibles de un reparto que tiene en cada uno de sus nombres un valor asegurado de calidad gracias a un trabajo plagado de implicación y respeto. Un respeto que nace de la mano del propio director, que con su cámara desmenuza cada escena con una precisión quirúrgica capaz de dotar a cada plano del color adecuado para convertirlo en un lienzo sobre el que desarrollar un relato que sabe viajar desde el carácter casi documental de esa impresionante recreación de las sesiones de grabación del mítico Pet Sounds, hasta el intimismo cercano y casi voyeurista de las conversaciones que se entablan entre Brian Wilson y su padre, o Wilson y la arrebatadora Melinda Ledbetter que interpreta con encanto descorazonador una hermosa Elizabeth Banks. Por no hablar de esas explosiones de locura e incertidumbre que corren a cargo del exagerado pero necesario Paul Giamatti en su papel como el terapeuta Eugene Landy.

Todo funciona en 'Love & Mercy'; su fotografía, su soberbia edición de sonido, su guión. Y todo a través de la máxima de que menos es más. Porque hasta en su concepción, la película homenajea a uno de los mayores defensores de la sencillez como grandeza. En esta película, lo sencillo es mágico, y lo mágico es soberbio. Un viaje al fondo de una historia que va sobrada de alma y talento, y que no necesita hacer apología de su protagonista para desarrollar uno de los mejores biopics musicales que he disfrutado en mi vida, y ójala pudiera exagerar. Porque el cariño y el respeto valen más que la grandeza y la inmortalidad. Una joya que nadie se debería perder.

6 comentarios to ''#NoOscarFest: 'Love & Mercy', de Bill Pohlad"

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  1. De mis favoritas del festival sin duda. Paul Dano Mejor actor de reparto, ojala no se dividan los votos entre categorías.

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    1. También es una de mis favoritas de entre las propuestas del festival. Suscribo la merecida mención a Paul Dano como actor de reparto y propongo a Elizabeth Banks como actriz de reparto... aunque se las tendrá que ver con Kristen Stewart!!

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    2. Dano hace un papel magnifico, pero me resulta imposible votarlo como secundario. En la película sobre la vida de Brian Wilson, Dano interprera a precisamente a Brian Wilson y, a diferencia del otro actor que también da vida a Wilson, Dano es el dueño y señor absoluto de su linea temporal. Como actor principal, tentativamente, tiene mi voto; como actor secundario, por principio, no puedo votarlo.

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    3. El personaje es principal pero no el actor, si hay que decidir entre los dos para mi el principal es John Cusack.

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    4. ¿Por qué hay que decidir entre los dos? Ambos son protagonistas. Love and Mercy es una película con 1 personaje protagonista, y 2 actores protagonistas que le dan vida. Meter a Dano en la misma categoría que, por ejemplo, Elizabeth Banks (se que son dos, actor y actriz, pero ambas son en la "de reparto") es ridículo.

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    5. Lo que pasa es que es más cómodo premiar a Dano en Reparto y así tener otra opción en principal. Por supuesto que Dano es principal por las razones del comentario de Germán. No puedes tener un personaje principal y que el actor no lo sea. Como en varias películas, aquí hay dos actores principales, en donde uno se come al otro, en este caso Dano se traga a Cusack.

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