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Cannes 2023 - Día 1: que comiencen los juegos del hambre

Por rodasons - 17/05/23 No hay comentarios


No nos queremos poner melodramáticos, pero los días previos han estado protagonizados por el trajín de la selección de entradas. Cuando las hay. Para ver las películas de esta edición. Cuando se pueda. O cuando nos dejen. 


Pero antes de hablar de películas, siguiendo el orden cronológico de los eventos, hay que hablar de la alfombra roja y de la gala de inauguración. Una de las que mejor ha aprovechado la ocasión ha sido Catherine Zeta-Jones, del brazo de Michael Douglas, sabía que, si bien ella no era la protagonista del evento, todas las miradas pasarían por ella. Deslumbrante, ha acompañado al actor premiado con la Palma de Oro de Honor junto a la hija de ambos, Carys. Otra invitada destacada ha sido Uma Thurman, quien ha sido la encargada de presentar a Douglas. Catherine Deneuve, protagonista del cartel de esta edición, ha proclamado la apertura de esta edición. Elegante y sobria como su hija, la presentadora de la gala Chiara Mastroianni.


Maïwenn y su descafeinada 'Jeanne du Barry' inauguran la Sección Oficial


Después de una gala en la que se celebraba el cine, o incluso se reivindicaba el ir al cine, como en el discurso del Presidente del Jurado, Ruben Östlund, llegó el momento de proyectar la película inaugural. La realizadora francesa Maïwenn es querida y reconocida en el certamen francés, pero en esta ocasión ha presentado una cinta a la que la expresión “sin alma” le queda bastante ajustada. "Vehículo para el lucimiento" de la realizadora, también.


La cinta pretende contarnos la historia de amor entre Luis XV, último rey de Francia que conservó hasta el fin de sus días la cabeza sobre los hombros, y la cortesana Jeanne du Barry. Las muchas formas de enfocar dicho romance son variaciones de dos posibilidades: el enfoque historicista (enfoque 'The Crown'), que ficciona un episodio histórico con intención de ser fiel a lo sucedido; el segundo enfoque sería el del romance, que precisamente sacrifica la fidelidad de lo relatado en los libros de historia para centrarse en una historia de amor. Desde el principio, la película nos deja claro que no conviene que confiemos en ella si pretendemos examinarnos de Historia de Francia. 


Cuando se apuesta por ese enfoque es necesario que haya una química entre los protagonistas. El espectador debe percibir la atracción entre los personajes. Y esto es algo de lo que carece esta 'Jeanne du Barry'. Sin tener un gran papel, Johnny Depp salva la papeleta, sobre todo cuándo más pelucón y rostro empolvado luce. Maiwenn es una protagonista que no enamora al espectador. Lastrados ambos por unos personajes escritos con desgana, la pareja no logra salvar los muebles de este drama que se mueve entre el ensimismamiento y la apatía. Muy planos, sin apenas arco dramático, cuando es evidente que había posibilidades de sobra para que no fuera así. Además, los protagonistas están secundados por una colección de personajes que caen en muchos casos en lo caricaturesco. 


Llegamos rápidamente a la conclusión que el principal problema de la película radica en su guion, que firma la propia Maïwenn junto a Teddy Lussi-Modeste. El principal, pero no el único. Porque el planteamiento audiovisual tiene más intenciones que resultados. Una fotografía atolondrada y falta de luz, o una banda sonora grandilocuente y algo machacona de Stephen Warbeck, no aportan nada que nos haga pasar por alto que Maïwenn ha intentado abarcar demasiado. Se ha escrito, dirigido y producido una película en la que, siendo la protagonista, no brilla en ninguna faceta. 



Pero todo ha comenzado con un clásico


Y uno de 252 minutos, para que no acostumbremos a las duraciones de las películas de este año. Si el año pasado comenzamos con 'La mamá y la puta', de Jean Eustache, este año otro francés de renombre, Jacques Rivette, ha llenado la Sala Debussy para iniciar las proyecciones de este año. El aura de clásico del cine de la película de Eustache no está presente en esta 'L'amour fou' de Rivette. Sí contiene los elementos que relacionamos con la Nouvelle Vague: sostenida sobre un montaje circular, la cinta cambia de géneros sin miedo, con unos personajes que se aman y se odia con una intensidad que aquí el espectador sí percibe. En un fantástico blanco y negro, la edición que se ha proyectado es una restauración y reconstrucción del original. Una gran muestra del cine de esa generación de superdotados cinematográficos, no tan clásica, pero sí a la altura del Cannes Classics habitual, que rescata no solo clásicos incontestables, sino también exponentes más olvidados de corrientes cinematográficas canónicas. 

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