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Festival de Cannes 2024: tan lejos, tan cerca

Por rodasons - 19/05/24 No hay comentarios


Coinciden en la programación dos películas marcadas por el paisaje, la geografía y las fronteras.


'Oh, Canada': Paul Schrader y su "No a la guerra"


Hay en 'Oh, Canada' dos películas que no acaban de unirse en un relato único y sólido. La historia del documentalista adulto, enfermo y corroído por la culpa y el cáncer que interpreta Richard Gere y la del personaje en permanente huida en su juventud. Jacob Elordi da vida al desertor.


Al desertor de sus obligaciones familiares, del ejercito… Y ahí es donde perdemos el hilo: realmente, ¿de qué está huyendo? Las memorias del adulto están condicionadas por la fuerte medicación que toma, que le hacen confundir realidad y las ganas de hacer las paces con su pasado. Pero las escenas de Elordi no aclaran en qué consiste el esfuerzo que hace su personaje en los últimos días de su vida. Tampoco se acaba de entender el juego de darle dos personajes distintos en dos momentos temporales separados a Uma Thurman.


Aparte de un libreto algo desordenado, la película sufre por un montaje deslavazado, que introduce elementos nuevos en cada revisión, dejando varias líneas argumentales inacabadas. Entendemos que es la cabeza desordenada de un enfermo, pero el efecto desorienta al espectador. 



'Trei kilometri până la capătul lumii': el tabú en la Rumanía actual


La tercera película realizada por el realizador rumano Emanuel Parvu: 'Trei kilometri până la capătul lumii' (Tres kilómetros para el fin del mundo) nos descubre a un Parvu ya "adulto", que ha encontrado su identidad formal y que ha logrado componer un drama sobre el tabú que aún hoy supone ser homosexual en Rumanía. La película conecta tres puntos capitales: lo que supone ser homosexual en la Rumanía alejada de las grandes urbes; la importancia de la religión en la perpetuación del estigma; y, por último, la siempre presente corrupción. El cine rumano no tiene ningún problema en poner de manifiesto el nivel de corrupción en la administración pública y en la política.


La película gira en torno a las consecuencias que tiene el ataque homófobo al joven Adi (Ciprian Chiujdea). El joven está visitando a sus padres, aprovechando unas vacaciones escolares que se verán truncadas por el asalto. Una comunidad pequeña, llena de mentes cerradas, puertas bloqueadas, vergüenza y secretos. La película remarca todo esto cerrando mucho el plano en el interior del domicilio, en la habitación de Adi o en la comisaría. La cámara se acerca mucho a los personajes para transmitir la sensación de falta de aire, de espacio. 


Algo que contrasta con las escenas de exteriores, planteadas durante buena parte de la película en planos medios que restringen la perspectiva del espectador, al final de la cinta la región del Delta del Danubio se muestra filmado en una pantalla ancha que captura cielos despejados y horizontes amplios llenos de potencial, como el futuro de Adi. Para llegar a ese momento asistimos a corruptelas del jefe de policía, a maniobras del empresario poderoso de la zona, incluso a un intento de exorcizar al joven. 


Como narrador, Parvu recurre al fuera de plano, estando lo suficientemente seguro de su relato como para no mostrarlo todo. No vemos el asalto en sí, solo sus secuelas cuando Adi llega a casa tambaleándose, sino que Parvu también deja que Adi salga del encuadre durante la cargada conversación nocturna con el turista. Es un recurso inteligente: la película es la historia de Adi, por supuesto. Pero también es la de sus padres (interpretados por Bogdan Dumitrache y Laura Vasiliu), quienes luchan por ver a su hijo real detrás de la distorsionada imagen de lo que creen que debería ser.

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