Además de 'Eddington', en la cuarta jornada del Festival de Cannes pudimos ver dos títulos que han dejado una impresión duradera por la fuerza de su mirada y la honestidad de su planteamiento. Desde el cine-poema de Oliver Laxe hasta la sensibilidad contenida del segundo trabajo de Hafsia Herzi, ha sido un día para entregarse a películas más pequeñas, más personales, pero no por ello menores. Sin grandes nombres de Hollywood en la alfombra roja ni estrenos pensados para el circuito comercial, Cannes sigue explorando su dimensión más autoral.
'Sirat': el sueño lúcido (y desencantado) de Oliver Laxe
Con 'Sirat', Oliver Laxe regresa a Cannes y, por primera vez, lo hace en la competición oficial. Su cine, ya marcado por el ascetismo visual y una espiritualidad telúrica en obras como 'Mimosas' o 'Lo que arde', da aquí un paso más hacia lo abstracto y lo simbólico. 'Sirat' no se entrega a la narrativa convencional, sino que propone una experiencia sensorial, onírica y profundamente incómoda.
Rodada entre Marruecos y el sur de Europa, la película propone un viaje entre mundos -físicos, culturales, espirituales- que se perciben como irreconciliables. Uno de los ejes más provocadores del filme es su "moraleja" implícita: los habitantes del primer mundo percibimos el resto del planeta como un parque temático, un decorado exótico que consumimos sin comprender, y al que apenas prestamos atención si no responde a nuestras expectativas. Laxe no subraya esa idea, pero la deja flotar con fuerza.
El montaje, a ratos abrupto y a ratos hipnótico, contribuye a esa sensación de tránsito entre planos de realidad. La banda sonora, fragmentada e intuitiva, refuerza el carácter atmosférico del filme. Y la dirección, como siempre en Laxe, se construye más desde el silencio que desde el diálogo. Especial mención merece Sergi López, que ofrece una interpretación contenida, magnética, entre lo terrenal y lo alegórico. Su presencia ancla emocionalmente un relato que podría haberse perdido en lo etéreo y que, gracias a él, cobra una gravedad tangible.
'Sirat' no es una película fácil, pero sí una de las más personales y exigentes que ha presentado hasta ahora la Sección Oficial. Difícilmente será un título con recorrido comercial, pero su presencia en la Croisette refuerza el perfil de Cannes como plataforma para una cierta forma de cine que no se pliega a ninguna moda.
'La petite dernière': despertar, deseo y sutileza
También en competición oficial se ha presentado 'La petite dernière', segundo largometraje como directora de Hafsia Herzi, que ya había sorprendido con 'Tu mérites un amour'. En esta ocasión, la cineasta se acerca con una delicadeza notable al despertar sexual de una adolescente en un entorno islámico conservador. Lejos del trazo grueso o del escándalo fácil, la película se apoya en la sensibilidad de la mirada y en la extraordinaria interpretación de su joven protagonista, que carga con el peso del relato sin caer en el histrionismo.
La relación que se sugiere -y se desarrolla en sordina- entre la protagonista y una amiga cercana está filmada con el máximo respeto, sin fetichización, sin condescendencia, y con una atención muy cuidada al contexto social. La película no pretende provocar, sino mostrar: y en eso reside su fuerza. Quizá el guion peque de cierta ingenuidad en algunos pasajes, especialmente cuando introduce algunos conflictos secundarios que se resuelven con demasiada rapidez. Pero esa misma ingenuidad, en cierto modo, encaja con el punto de vista adolescente del relato. Hay algo muy auténtico en la forma en que Herzi filma el deseo, el miedo y la timidez, y eso compensa cualquier trazo un poco más torpe.
'La petite dernière' no parece, a priori, una contendiente para premios internacionales de gran calibre, pero sí puede convertirse en uno de esos títulos queridos por la crítica, programadores y festivales de segunda vuelta. Si logra distribución internacional, podría abrir nuevas puertas para Herzi como autora consolidada.
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