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Análisis de categorías: Mejor Música Original

Por Premios Oscar - 07/03/23 No hay comentarios


Firma invitada: Adriana Izquierdo (@adriii

Es un año particularmente musical en los Oscar. Dos de las nominadas, 'Tár' y 'Elvis', hablan de figuras musicales en busca de la gloria que acaban sufriendo las consecuencias de la fama, la notoriedad, la exposición y de sí mismos. 'Almas en pena de Inisherin' muestra la música como vía de escape o de realización personal, y 'Los Fabelman' hace brillar la influencia creativa de una madre sobre su hijo a través del piano. Y 'Babylon'… bueno, ¿qué es lo que no hay en 'Babylon'?. 

Mirando la categoría de nominadas a mejor música original, destaca la selección por la gran diversidad de estilos, tonos y técnicas. Algunas están más presentes y tienen personalidad propia dentro de la película, otras acompañan y brillan desde la sutileza. Alguna más melódica, otras más atmosféricas; pero todas tienen algo en común: ninguna es la banda sonora de Bear McCreary para 'Los Anillos de Poder'. Perdón, tenía que decirlo. Y tampoco ninguna es de una mujer, aunque poca sorpresa con esto.

'Sin novedad en el frente' (Volker Bertelmann)

Me chivan por el pinganillo que 'Sin novedad en el frente' ha ganado puntos como la favorita para ganar la categoría de música original este año, premio que seguramente genere polémica como suele pasar con este tipo de apuestas que mezclan lo abstracto, caótico y atmosférico con una composición cercana al diseño de sonido y sin demasiada narrativa interna.

Creo que es interesante en este caso retroceder hasta 1930, a la oscarizada adaptación de Lewis Milestone. Aquella cruda, alienante y épica producción carecía de música; el sonido en cine estaba recién estrenado y el concepto de música original estaba aún en pañales. El traqueteo del tren, los murmuros, las armas amartillando, los gritos, las bombas, la percusión de unos soldados marchando o el mismo silencio antes de la batalla formaban, de alguna forma, la banda sonora del horror de la guerra. Sin melodías que subrayan emociones, sin fanfarrias patrióticas ni leitmotivs melodramáticos.

Da la sensación que Volker Bertelmann se ha acercado a su trabajo en la película de Edward Berger desde ese mismo lugar; desde el minimalismo y la intención de evocar emociones muy básicas: terror y ansiedad. Esa sucesión de tres notas que se repite a lo largo de la película evocan a las sirenas de guerra, y aparece aquí y allá no sólo en los momentos de peligro, trinchera y muerte; también en los momentos de manipulación, de aparente reposo, o de esos despachos donde se juega con la vida de miles de personas. Esa amenaza está siempre subyacente. El resto son, salvo algunos violines dramáticos aquí y allá, notas disonantes, de atmósfera industrial y percusión taladrante completan ese sonido de guerra; de caos y confusión.

A estas alturas tenemos el músculo bélico cinematográfico entrenadísimo, y esta 'Sin novedad en el frente' se me antojó una amalgama plana de ya vistos y subrayados, lustrosamente empaquetados con una fotografía alucinante para fardar. Sentí esa estética estilizada fuera de lugar, deshonesta para el relato; y en cierto modo la música de Bertelmann me parece que juega a lo contrario. Hecha mi personal defensa, diré que escribo siempre estos párrafos mientras vuelvo a escuchar las bandas sonoras, para inspirarme, y ahora mismo me quiero arrancar las orejas.


'Almas en pena de Inisherin' (Carter Burwell)

Y hablando de arrancarse partes del cuerpo, vamos a la película sobre la amistad basada en la célebre frase que dijo Joey Tribbiani: "No puede caerme bien… es como una reacción química. Cada vez que se ríe tengo ganas de arrancarme el brazo para tener algo que tirarle".

Martin McDonagh nos transporta a una isla remota donde impera el aburrimiento; cada día es igual que el anterior y el tiempo pasa lánguidamente. La historia está llena de gente que no se soporta, gente irritada porque es consciente de una vida vacía, gente deprimida; relaciones enquistadas, relaciones fingidas. Este pequeño universo de introspección en el que los personajes se miran a sí mismos, o son obligados a hacerlo, como Pádraic, tiene una atmósfera y un devenir de fábula, pero de las chungas; de esas de los Hermanos Grimm con amputaciones, pájaros que ciegan a picotazos y abuso infantil.

Carter Burwell plantea su música desde ahí. Sobre una modesta orquesta, escuchamos destacados algunos instrumentos que evocan esa sensación de fábula, de cuento de hadas oscuro. El peculiar timbre del arpa, la flauta, la marimba, instrumentos que, como dice Burwell, se pueden encontrar en una clase infantil, subrayan la simpleza e inocencia de Pádraic, y le dan a la atmósfera un color de realismo mágico pero con un punto inquietante.


'Todo a la vez en todas partes' (Son Lux)

Pasa una cosa cuando ves 'Todo a la vez en todas partes' y es que hay muchos elementos a los que prestar atención. Es un relato espídico de multiversos que juegan con distintos códigos cinematográficos; una comedia surrealista y absurda con mapaches titiriteros, manos con dedos salchicha y un bagel gigante. Pero detrás de todo eso, es una historia fundamentalmente de emociones; de miradas, acciones y detalles que rebosan empatía y corazón. La música se desmarca como la gran acompañante de todo eso, es el pegamento entre todos los mundos que confluyen, es el sustento de la edición y a la narrativa para darle fluidez a ese maremágnum de tonos, géneros y lenguajes. El trabajo de Son Lux tiene espacio para hacer homenajes (emulando lo que hacen los propios directores), y al mismo tiempo se desmarca con una composición original y experimental que está a la altura de la creatividad de los Daniels.

Saltamos con Evelyn de universo a universo, en un instante, y la música tiene la capacidad de situarnos rápidamente en el plano emocional del personaje a cada momento, sin importar que en los mismos 10 segundos convivan el 'slapstick' y las emociones sinceras. Hablábamos en el especial de La Sexta Nominada de cómo parte del éxito de esta marcianada se basa en cuánto se la creen todos los implicados, en la sinceridad que desprende; y la música tiene un papel esencial en esto.

Son Lux han compuesto una banda sonora que tiene mucho de atmosférico que, con su piano, el arpa, los sonidos agudos, los coros femeninos…, evoca una sensación intangible, casi celestial a veces, como de fuera de este mundo; como si se colara con Evelyn en los tejidos de la realidad y de los multiversos. Es dulce, pero divertida. Es melódica y tiene temas recurrentes, pero es experimental. Es aparentemente caótica pero muy intencional. Qué pequeño milagro es esta película. 


'Los Fabelman' (John Williams)

Steven Spielberg y John Williams llevan toda una vida trabajando juntos y acompañándose en sus carreras, y hay cierto encanto en el hecho de que quizá esta sea la última película en la que lo hagan. Spielberg hace autoficción en una carta de amor al cine y a su familia, especialmente a su madre, y Williams le acompaña de una forma que se siente delicada y personal también para él.

'Los Fabelman' mezcla piezas clásicas para piano, mayormente de Bach y Haydn, además de temas escritos para el cine de Max Steiner, Elmer Bernstein o Alfred Newman, entre otros, que sirven a la vez de homenaje y de banda sonora a esos fragmentos del joven Spielberg experimentando con la dirección. La música original de Williams son apenas 20 minutos de composición dulce y delicada, que acompaña la mirada inocente y el sentido de la maravilla del protagonista (y su madre).

Pianos, violines, guitarras… entonan melodías suaves y sentidas; íntimas. No hay fanfarrias, no hay apenas ese viento metal tan característico de la música más reconocible del compositor. Williams se muestra aquí contenido, y no eleva ni magnifica. En esencia, este álbum se siente como si Williams estuviera sentado al piano tocando una melodía bonita mientras su amigo cuenta una historia.


'Babylon' (Justin Hurwitz)

Pasamos de lo íntimo, delicado y breve a lo extenuante, excesivo y desatado. Damien Chazelle presenta en 'Babylon' un Hollywood salvaje, que exprime a quienes trabajan en él mientras abre las puertas a la vida disoluta, un Hollywood que por la mañana intenta adaptarse a esa cosa nueva que son los micrófonos, y por la noche vive en la banda sonora de una fiesta. La música de Justin Hurwitz juega un papel dual en la historia, funcionando muchas veces como música diegética al mismo tiempo que está acompañando o condicionando las emociones del espectador. Además, es interesante el juego que hace con los instrumentos y la producción de la música, de tal forma que algunos temas evocan una orquestación moderna mientras que otros emulan la calidad y textura musical de la épica.

Una vez más, Hurwitz nos presenta una música energética y vibrante, que bebe del jazz y rezuma vida pero también caos, y se permite aquí y allá algunas melodías más pausadas y sentidas para representar a Manny y Nellie (y que recuerdan mucho a City of Stars de 'La La Land', por cierto).

Con todo, pienso que a la música le pasa lo mismo que a la película en su conjunto: el exceso acaba resultando tan agotador como reiterativo. La música es particularmente repetitiva, y aunque entiendo la ironía y el guiño de unir 'Babylon' con 'La La Land' (y los deseos y ambiciones de sus protagonistas) reciclando algunos motivos de la banda sonora de Mia y Sebastian, reconozco que este ejercicio autorreferencial me sacaba todas y cada una de las veces.


Ganará: 'Sin novedad en el frente'
Podría ganar: 'Babylon'
Debería ganar: 'Todo a la vez en todas partes'
Debería estar nominada: 'Living' o 'My Policeman'

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