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Mark HarrisGrantland: Este año hay dos películas basadas en hechos reales sobre dos genios británicos que deben hacer cosas particularmente complicadas para hacer frente a grandes obstáculos: ‘The Imitation Game’ con Benedict Cumberbatch en la piel del matemático Alan Turing y ‘La teoría del todo’, con Eddie Redmayne como Stephen Hawking.

Es por culpa de una película estrenada hace cuatro años que esas dos producciones pueden estar en problemas. Tanto ‘The Imitation Game’ como ‘La teoría del todo’ se lanzaron durante el circuito de festivales de otoño, momento en el que los expertos en los Oscar las colocaron automáticamente entre las favoritas en las categorías de mejor película y actor protagonista. Ambas son películas para el gran público centradas más en sus historias y su estrellas que en sus eficientes directores. También ambas se enfrentan a la desgracia de participar en la carrera por el Oscar en un momento en el que ‘El discurso del rey’ aún es vista como el enésimo ejemplo de la tendencia de la Academia a dar su gran premio a la película equivocada. En realidad esto no debería ser un problema: la Academia, después de todo, es prácticamente la misma que dio a la cinta británica los premios de mejor película, dirección, guión original y actor protagonistas.

Lo peor es que ‘El discurso del rey’ recibió en realidad un apoyo de la crítica que estas dos nuevas aspirantes podrían necesitar y no terminar de tener. En Metacritic la película de Tom Hooper tenía una media de 88 puntos sobre 100: ‘The Imitation Game’ tiene actualmente un 67; ‘La teoría del todo’, un 68.
La razón más simple es que la película no les gusta tanto como el drama protagonizado por Colin Firth. ‘The Imitation Game’ fue criticada por tener una aproximación demasiado blanca y obtusa en el retrato de un hombre complejo y perturbardo, mientras que algunos afirman que ‘La teoría del todo’ no es más que una “feel good” biográfica que no termina de estar a la altura del tema que aborda.

Creo que ambas películas podrían verse atrapadas en una serie de ataques que en realidad no tiene que ver con ellas. Hace poco volví a leer las críticas de ‘El discurso del rey’. Cuando se estrenó algunos críticos como David Edelstein se quejaron de que “trivializa la historia para crear situaciones más efectistas… la típica jugada que gana Oscars”. Sin embargo, muchos se agarraron a una perspectiva diferente y elogiaron su reconstrucción histórica, su sentido del humor, la calidez, su aire optimista e inspirador o sus aspectos más humanos. En otras palabras, les gustó la película. Puede que no les gustase habitualmente ese tipo de historias, pero esa en particular les entró por los ojos. Cuando ‘El discurso del rey’ le quitó el Oscar a ‘La red social’ dio la impresión de que los méritos de la película de Hooper ya no lo eran tanto.

Pocas cosas hacen más daño a la película que cuando se hace de menos a un género por que sí. Más allá del Pullitzer que había ganado la obra original en la que se inspiró la película, cuando ‘Agosto’ llegó a los cines muchos se limitaron a definirla como una “comedia dramática sobre una familia disfuncional. Parecía que habían perdido el interés a verla en cines y ya la habían apuntado en su lista de visionados pendientes en Netflix. La campaña había terminado antes de empezar.


Los biopics de Alan Touring y Stephen Hawkins podrían ser vistos como una nueva dosis de la fórmula que tan bien utilizó ‘El discurso del rey’… y lo cierto es que sus distribuidoras en cierto modo han jugado esa carta. Sin ir más lejos, ésta última se estrenó en esta época del año después de un exitoso paso por el circuito de festivales y acabó haciendo muchísimo dinero en taquilla. El problema es que, en términos de Oscar, esa asociación podría ser dañina. Las credenciales que presentan las dos nuevas aspirantes son demasiado similares al fim de Hopper: películas eficientes, bien hechas, relatos británicos basados en hechos reales que explotan sus temas trágicos y/o inspiradores de una manera obvia y repetitiva confiando en que las sobresalientes interpretaciones de sus actores sostengan la película.

Pero, a diferencia de ‘El discurso del rey’ – de hecho, por culpa de ella -, estas películas deben vencer la idea de que este tipo de películas ya han sido suficientemente premiadas en los últimos años.  Además de esto, ambas películas deben dejar claro que no tienen que ver demasiado la una con la otra. El año pasado ‘El lobo de Wall Street’ y ‘La gran estafa americana’ sumaron 15 nominaciones, pero ser tratadas en la conversación como dos hermanas gemelas acaba dañando a ambas. Ninguna puedo materializar en premio sus candidaturas.

El último reto de ambas películas biográficas es convencer a académicos y cinéfilos que su victoria no sería el enésimo caso del triunfo de la opción equivocada. Por suerte, ninguna de sus rivales tiene aún ese estatus de película que debería ganar sí o sí del gran premio, como sí lo tuvieron en el pasado ‘La red social’, ‘Brokeback mountain’ o ‘Salvar al soldado Ryan’, entre otras.

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