Guy Lodge arranca su habitual columna “
The Long Shot” (“La Apuesta Arriesgada”) hablando de las posibilidades que tiene
Meryl Streep de conseguir su decimo octava nominación al Oscar por “
Hope Springs” y aprovecha para tratar la poca atención que reciben por parte de la Academia las historias de personajes corrientes.
Hitfix.com: Estamos a cinco meses de los Oscars, un tiempo que da de sobra para analizar la posibilidad de una tercera película de Weinstein ganando como Mejor Película, para debatir sobre la categoría en la que colocarán a
Philip Seymour Hoffman y para que
Jeff Wells menosprecie el acento de
Daniel Day-Lewis en “
Lincoln”. Así que, con todo este tiempo ante nosotros, permitidme que vuelva unas seis semanas atrás para inaugurar esta columna semanal con un estreno tardío de verano como es “Hope Springs”. Se trata de una historia muy creíble que, a pesar de su minúsculo presupuesto, ha recaudado 65 millones de dólares. “Hope Springs” no es gran cosa para muchos; drama conyugal fácil de digerir, que se apoya en sus diálogos, y que erróneamente han querido vender como una comedia sexual para la tercera edad, “Hope Springs” no ha levantado muchos comentarios. Y aunque las críticas han sido mejores de lo que se esperaban para algo que parecía una comedia fácil a lo
Nancy Meyers, me sorprendió mucho lo especial que es la película.
La sexualidad en la madurez es ya de por sí un tema bastante valiente para cualquier gran estudio. El guión original, directo y sincero de
Vanessa Taylor lo lleva en la dirección más honesta (y a veces desoladora) posible para los acolchados confines de una película de parejas para los multicines. El envoltorio es acogedor y los personajes emergen de él con aroma agradable, pero hay un aire de miedo y soledad en toda la película del que es difícil desprenderse. El tono en conjunto puede resultar algo desordenado (estéticamente es peor), pero tiene unas cuantas escenas clave con
Meryl Streep y
Tommy Lee Jones que son tan enérgicas y estimulantes como cualquier guión indie. Streep y Jones interpretan a una pareja del centro-oeste americano de sesenta y pico años que afrontan su matrimonio vacío y carente de sexo culpándose el uno al otro desde su esquina del sofá del terapeuta. No puedo recordar el último romance de Hollywood que quisiera que sus personajes soportaran tal brutalidad emocional, mucho menos el último romance de Hollywood que supiera escribir semejante situación.
Gracias a la calidad de sus protagonistas, “Hope Springs” tendría ese toque natural de clase, incluso aunque no fuera ni la mitad de buena de lo que realmente es. Pero tanto Streep como Jones trabajan sorprendentemente duro con este material. Habiéndolo considerado detenidamente, Streep no estaba así de bien desde “
The Hours” en 2002, extrayendo filones de pasión y mezquindad de una tímida ama de casa sin caer en lo condescendiente ni en la falta de naturalidad. Es una interpretación que personalmente escogería enseguida por encima de una docena de Maggie Thatchers llenas de ticks y engalanadas para los premios. Y siento que debo reconocer el mérito de
David Frankel, no por sus desastrosas pistas musicales, pero ya que los dos trabajos más inteligentes y sutiles de la Streep en una década han sido bajos sus órdenes (también dirigió “
The Devil Wears Prada”), claramente algo debe hacer bien. Los detractores de la Streep se han quejado de la tendencia de los premios a reconocer a la (17 veces) nominada al Oscar básicamente por respirar. Yo soy el primero en reconocer que no soy fan de su trabajo tan ostentosamente afectado en “
Doubt”, “
Julie & Julia” y “
The Iron Lady”, tres películas que le valieron cada una la nominación en los últimos cuatro años. En cambio este año estoy totalmente a favor de la decimo octava nominación. Pero, ¿por qué cuando vemos la opinión de los expertos sobre la carrera de Mejor Actriz Streep parece estar mirando desde fuera en un año que, por si fuera poco, es supuestamente flojo para la categoría?
Podríamos achacarlo a una relajación por parte de los votantes tras haber ganado su tercer Oscar en febrero por “
The Iron Lady”, un resultado que no fue totalmente esperado, ni mundialmente popular. Y ciertamente esto puede haber quitado parte de la presión a los votantes por reconocer a la actriz con tanta regularidad (tal vez Streep sería hoy la favorita como Mejor Actriz si el nombre de
Viola Davis hubiera estado en el sobre el año pasado, nunca lo sabremos). Pero existe una verdad sobre la temporada de premios, más interesante y más profundamente arraigada, por la que el trabajo de Streep en “Hope Springs” no ha despertado tanta excitación:
los votantes a menudo se resisten a honrar lo corriente. No creo que sea una coincidencia que varias de las interpretaciones más fuertes de Meryl Streep no nominadas por la Academia (“
The Hours”, “
Falling in Love” e incluso “
The River Wild”) pertenezcan a películas en las que interpretaba a una mujer americana normal y corriente (trabajos en los que no hacía alarde de su virtuosismo para los acentos ni eran el resultado de los biopics que le han valido gran parte de sus nominaciones). Puede que ganara su primer Oscar por interpretar a una mujer normal, pero para ganar el tercero tuvo que recurrir a interpretar a un icono y a poner acento británico.
Streep es sólo uno de los muchos ejemplos que podría usar para ilustrar la tendencia de la Academia de combinar la idea de una maestría extraordinaria con un personaje extraordinario. Tengamos en cuenta el hecho de que 13 de las últimas 20 ganadoras como Mejor Actriz lograron el premio con un biopic. Incluso cuando se trata de personajes de ficción prefieren trazos más dramáticos y grandilocuentes. Por ese motivo, el
Sean Penn que gritaba su dolor y su sed de venganza en “
Mystic River” se impuso al taciturno y hastío
Bill Murray de “
Lost in Translation”, o la inestable y trastornada bailarina de
Natalie Portman en “
Black Swan” derrotó al cuarteto restante de nominadas con trabajos de mujeres más familiares y menos expresivas en su sufrimiento. Esta preferencia se aplica tanto a interpretaciones, como a películas. Desde la victoria de “
American Beauty” en 1999 no ha vuelto a ganar una película que sea, básicamente, un drama doméstico. E incluso entonces, esa victoria fue una especie de anomalía en una carrera extensa y rimbombante en la que el premio era para películas de época. Desde entonces, los gustos de los votantes se han dejado llevar más a menudo por narraciones “pequeñas” que, sin embargo, abarcan situaciones excepcionales y conceptos sociales más densos.
La película que muchos consideran encabeza la carrera de este año, “
Silver Linings Playbook”, podría ser un compendio de todo eso, ya que según dicen eleva un drama de relaciones normal y corriente con rasgos peculiares que destacan su singularidad. Pero en su camino tiene a un montón de historias nada corrientes y muy atractivas: la pasión épica de “
Les Misérables”, la supervivencia sensacional de “
Lo Imposible”, la etapa transcendental de la historia que representa “
Lincoln” o la aventura en la que la realidad supera a la ficción que es “
Argo”. En la carrera por el Oscar de este año, como en casi todas, la gente normal y corriente no tiene tiempo para tomárselo con calma.